¿Cómo afecta la mala circulación a las personas con movilidad reducida?
La circulación sanguínea es un proceso esencial para el buen funcionamiento del cuerpo humano, pues asegura el suministro de oxígeno y nutrientes a todas las células. Sin embargo, en personas con movilidad reducida, este proceso puede verse comprometido, lo que agrava el riesgo de sufrir una serie de complicaciones que afectan tanto su salud física como su bienestar general.
Una de las principales consecuencias de la mala circulación en personas con movilidad reducida es la aparición de úlceras por presión, también conocidas como escaras. Estas heridas se desarrollan debido a la presión constante y prolongada en ciertas áreas del cuerpo. Lo que restringe el flujo sanguíneo y, en consecuencia, daña los tejidos. Sin un tratamiento adecuado, estas úlceras pueden infectarse, generando dolor severo y aumentando la vulnerabilidad del paciente.
Además, la mala circulación puede provocar edema, una acumulación de líquidos en las extremidades que causa hinchazón, especialmente en las piernas y los pies. Esta condición no solo es incómoda, sino que también puede dificultar aún más la movilidad y la capacidad de realizar las actividades diarias.
Para contrarrestar estos efectos, en personas con movilidad reducida, es fundamental adoptar medidas preventivas. El uso de sillas de ruedas ergonómicas y bien diseñadas, como las que ofrece Teyder, es crucial para distribuir el peso de manera equitativa y minimizar la presión en las zonas más vulnerables.
Además, aunque la movilidad pueda estar limitada, realizar ejercicios ligeros adaptados a las capacidades individuales es vital para estimular la circulación. Estos ejercicios pueden incluir movimientos pasivos realizados con la ayuda de un cuidador. Así como técnicas de fisioterapia diseñadas para mejorar el flujo sanguíneo y prevenir la atrofia muscular.
El cuidado de la piel también es un aspecto esencial en la prevención de complicaciones derivadas de la mala circulación. Mantener la piel limpia, seca y bien hidratada, así como realizar inspecciones regulares para detectar signos tempranos de úlceras o infecciones, puede marcar una gran diferencia.
En conclusión, la importancia de mantener una circulación sanguínea adecuada en personas con movilidad reducida no puede subestimarse. La combinación de un enfoque preventivo con tecnologías adecuadas y una atención médica constante no solo ayuda a evitar complicaciones graves como úlceras y edema, sino que también promueve un estado de bienestar general.