Epicondilitis y epitrocleitis: causas y tratamiento de las lesiones de codo
Una mala postura o movimiento puede originar las lesiones de codo más frecuentes
Aunque no nos demos cuenta de ello, a cada movimiento del brazo y del antebrazo, le acompaña uno del codo. Es la articulación que sirve de nexo de unión entre ambos y es, también, clave para su buen funcionamiento. Por eso, cuando sentimos malestar en esta zona o nos lesionamos, lo notamos al momento y repercute en nuestras actividades diarias. Pero, ¿por qué sufrimos lesiones de codo y cuáles son las más importantes?
A pesar de que son varias las dolencias que pueden afectar a esta articulación y, también, diversas las causas que pueden propiciarlas, lo cierto es que las lesiones de codo que más se repiten en consulta suelen ser dos. Hablamos de la epicondilitis y epitrocleitis, dolencias que pueden presentar tanto deportistas como personas que no practican ningún tipo de deporte.
Epicondilitis
Que esta lesión sea conocida como “codo de tenista” no significa que los únicos que sean susceptibles a padecerla sean estos deportistas. Pintores, plomeros, carpinteros, carniceros o cocineros son, también, propensos a sufrir una inflamación que afecta a los tendones epicondíleos.
La razón se encuentra en el tipo de trabajo que realizan. Y es que, al igual que tenistas y jugadores de pádel, repiten una y otra vez el mismo movimiento de muñeca y antebrazo. Un gesto que, prolongado en el tiempo, sobrecarga la zona y provoca que el tendón se vaya degenerando y provoque molestias en el paciente.
Cómo se produce. Como hemos explicado anteriormente, la repetición de un mismo movimiento puede estar detrás de muchos codos de tenista.
Pero, aunque ésta sea una de las causas más frecuentes de epicondilitis, no es la única que la origina. Un gesto brusco, una postura incorrecta y repetitiva o un impacto en la zona también pueden tener como resultado una de las lesiones de codo más frecuentes.
Cómo reconocerla. Si sentimos malestar en la parte externa del codo o en la zona del antebrazo, podemos estar delante de una epicondilitis.
También, si tenemos dificultad para extender o flexionar la muñeca o para realizar movimientos de supinación o pronación del antebrazo o si nos cuesta sujetar objetos con la mano.
Las lesiones de codo más frecuentes afectan a deportistas y no deportistas
Cómo tratarla. Lo primero que deberemos hacer es consultar a un especialista y que éste certifique que sufrimos epicondilitis. Una vez diagnosticada la lesión, lo más posible es que debamos aplicar frío sobre la zona y mantenernos en reposo hasta que baje la inflamación.
En una segunda fase -y siempre siguiendo las indicaciones de un fisioterapeuta-, realizaremos ejercicios excéntricos que tendrán como objetivo fortalecer la zona y que nos ayudarán tanto a recuperarnos de la epicondilitis como a prevenir futuras lesiones de codo.
Durante el proceso de recuperación y de cara a evitar futuras lesiones, podemos utilizar coderas o cinchas como la Epigel 442CD de Sport One o la Epicondilitis 542CD de Neothermik. Ortesis que nos ayudarán a aliviar el dolor y que, gracias a su diseño, nos permitirán continuar con la práctica deportiva o profesional.
Cómo prevenirla. La epicondilitis puede afectar de igual forma a deportistas y no deportistas, pero la forma de prevenirla es ligeramente diferente en ambos casos.
Tenistas y jugadores de pádel, por ejemplo, deberán prestar atención a la técnica. Y es que, como hemos comentado anteriormente, una de las causas que origina esta lesión es la repetición de un movimiento incorrecto. Conocerlo será necesario para modificarlo.
También será conveniente incluir una rutina de estiramientos del antebrazo, pectoral y hombros después de cada sesión de entrenamientos y de ejercicios destinados a fortalecer la musculatura y aumentar la resistencia.
Los profesionales, además de fortalecer el antebrazo, deberán intercalar aquellos movimientos que repetidos en el tiempo pueden causar una lesión con momentos de descanso.
Epitrocleitis
Conocida con el nombre de “codo de golfista”, esta lesión afecta tanto a jugadores de golf como a bateadores de beisbol, lanzadores de jabalina, mecánicos, peluqueros u obreros. Es decir, a todas aquellas personas que realizan de forma repetitiva movimientos de hiperflexión del codo que, por su brusquedad o su persistencia en el tiempo, sobrecargan la zona e inflaman los tendones epitrocleares.
Cómo se produce. Un golpe o traumatismo, demasiada tensión en la zona debido a trabajos con el taladro o un swing mal ejecutado pueden originar la que es una de las lesiones de codo más frecuentes entre los golfistas.
También, la realización de tareas que impliquen la flexión constante de codo y muñeca como secar el pelo o peinarlo.
Cómo reconocerla. Si sufrimos epitrocleitis, lo más posible es que sintamos un dolor intenso en la parte interna del codo y que éste se acentúe cada vez que flexionamos los dedos o las muñecas.
Es probable, además, que podamos tener molestias o dificultad para levantar peso e, inclusive, para estrechar la mano.
Las cinchas o coderas paliarán las molestias ocasionadas por las lesiones de codo
Cómo tratarla. El tratamiento de la epitrocleitis es muy similar a la de la epicondilitis. Después de establecido el diagnóstico y bajada la inflamación, deberemos realizar una serie de estiramientos y ejercicios que tendrán como objetivo recuperar la flexibilidad, la movilidad y la fuerza en extensores y flexores.
Al igual que con el “codo de tenista”, podremos hacer uso de cinchas o coderas que paliarán las molestias y nos permitirán continuar con la actividad laboral y la práctica deportiva. También serán de utilidad para prevenir recaídas.
Cómo prevenirla. La mejor forma de evitar este tipo de lesiones de codo es la prevención. Como en el caso de la epicondilitis, depurar la técnica deportiva y realizar estiramientos y ejercicios de calentamiento y fortalecimiento será imprescindible para mantener nuestro codo en perfecto estado.
Si trabajamos en profesiones que impliquen movimientos de hiperflexión del codo, no vendrá mal que realicemos ejercicios de fuerza y que establezcamos periodos de descanso que nos ayuden a no sobrecargar la zona. Asimismo, será conveniente adoptar medidas que garanticen la ergonomía.